• vie. Abr 19th, 2024

Las razones del hundimiento de McLaren

2015-Canadian-GP-021[1]El sueño de McLaren-Honda se ha convertido en una pesadilla de la que ya pocos confían en que el mítico binomio anglo-japonés sea capaz de salir antes de 2016. Pero, ¿qué ha llevado a ambos a tocar fondo de semejante manera en el Gran Premio de Canadá?

Teorías sobre el fracaso de McLaren-Honda hay muchas. Y en realidad no podemos decir que haya consenso a la hora de calificar la temporada de un modo tan negativo. Para muchos, aún es tiempo de tener paciencia y dejar que el proyecto madure y coja cuerpo.

No hay duda de que el proyecto es ambicioso y que Honda ha vuelto a la Fórmula 1 en el peor momento posible: bajo una normativa muy estricta -incluso cruel- con los motoristas noveles y en un periodo de dominio abrumador por parte de Mercedes. Y, seguramente, los términos ‘dominio’ y ‘Mercedes’ en la misma frase intimiden mucho más de lo que lo haría la primera en conjunción con ‘Renault’ o ‘Ferrari’.

Pero, sabiendo todo ello -y Honda lo sabía-, resulta algo difícil de entender porqué en Japón se negaron a contar con más equipos a los que motorizar en su temporada de debut. ¿Cuestión de presupuesto?¿logística? Quizá. Pero una cosa es innegable: el trasvase de datos con el que Honda cuenta es infinitamente inferior al que sus rivales tuvieron en su día y, claro está, al que tienen en la actualidad. Honda tuvo que iniciar esta aventura con un monoplaza por día en los tests invernales. Y en cada Gran Premio, sólo con dos. En 2014, Mercedes contó con ocho monoplazas a su disposición (dos de la misma McLaren), Renault con otros ocho y Ferrari con seis. Este año, Mercedes cuenta también con ocho, por cuatro de Renault y seis de Ferrari (dos de ellos aún con la unidad del año pasado por cortesía de Manor). ¿En qué se traduce eso? En que Mercedes sobrepasa ya este año los 15.000 kilómetros recorridos en Grandes Premios, por los 11.000 de Ferrari y los 7.300 de Renault. ¿Honda? Apenas 2.791 kilómetros.

 

En este Gran Premio, Honda utilizó por primera vez dos de los nueve tokens que tenía a su disposición para modificar su unidad propulsora, más algunos cambios permitidos por la FIA al alegar la exención por fiabilidad o reducción de costes. Pero, a pesar de todo, la fragilidad sigue siendo el principal problema. Y eso, teniendo en cuenta el déficit de potencia y de gestión de la misma que tiene el motor (permítanme la simplificación), es mucho decir.

 

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Si bien Honda está demostrando una falta de adaptación y de reacción preocupantes, McLaren no puede quedar al margen en este sentido. El famoso diseño ‘size zero’ de la mitad trasera del monoplaza no permite ni un respiro a un propulsor ya de por sí asmático de nacimiento. De Red Bull se dijo en 2014 que Newey y compañía no habían sabido ver que nos encontramos ante una nueva era, la de los motores. Una era en la que ellos marcan la pauta, definen los trazos del éxito. No quisieron sacrificar su excelencia aerodinámica en beneficio de Renault y lo han pagado muy caro. Como en el caso de McLaren y Honda, el problema no termina ahí. Pero es una parte del mismo.

Y a todo ello hay que sumarle el factor sentimental. O lo que ahora se acostumbra a denominar como hype. Tanto Honda como McLaren se han esmerado en recordarnos que hubo una vez -en los años 80- en la que la Fórmula 1 se rindió a sus pies. Desde el punto de vista comercial seguramente fuera obvio y obligatorio aprovechar aquella época dorada, pero vistos los resultados, no le ha hecho ningún bien deportivamente hablando.

 

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Mclaren, un equipo mítico y ganador por naturaleza. Honda, una empresa con la competición firmemente arraigada en su ADN y ganadora por naturaleza. Fernando Alonso, el piloto con más prestigio de la parrilla y ganador por naturaleza. ¿Qué podía salir mal?

Quizá el principal problema es que la realidad bien podría ser otra. McLaren es un equipo que ha ido perdiendo recursos progresivamente hasta el punto de no tener patrocinador principal -y muy pocos secundarios-. Y en lo que a tecnología se refiere, la palabra que mejor define los coches de los últimos años y el modo de evolucionarlos es ‘errático’. Honda, por su parte, fracasó estrepitosamente en su última incursión en Fórmula 1, tanto con el chasis como con el motor y, para cuando el genio de Brawn, la pila de millones de presupuesto y dos años de trabajo dieron sus frutos, la cúpula directiva japonesa ya había tirado la toalla y le había regalado a Ross la joya que resultó ser el Brawn BGP01.

 

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¿Saldrán McLaren y Honda adelante? Seguramente. Es más, así debería ser por el bien de la Fórmula 1. Pero dejemos la ecuanimidad a un lado y admitamos que lo que estamos viendo, a día de hoy, es un sonoro fracaso. Y lo peor de todo es que nadie en McLaren-Honda da la impresión de ser consciente de cuál es el principal problema. O, en todo caso, de cómo solucionarlo. Paciencia, dicen algunos. Cierto, hay que tenerla. Pero que las cosas no se arreglan con el simple paso del tiempo lo saben todos en Fórmula 1. En Renault, mejor que nadie.

Vía Motor.es

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