• vie. Abr 19th, 2024

A dos años de su caída Michael Schumacher ni camina ni habla

Dos años después del accidente de esquí que casi le costó la vida, el estado del gran campeón de la Fórmula 1 es todo un misterio

1388320672_629381_1388320748_noticia_grande[1]Al rey de la velocidad, al piloto de la historia, dominador con puño de hierro de los circuitos de Fórmula 1, la vida le sacó de pista hace ya dos años, el 29 de diciembre de 2013, cuando un maldito tropezón en la estación de esquí de Méribelle dejó en coma. No iba rápido, ni la bajada era peligrosa como decían. La suerte, tan dichosa con él cuando volaba sobre su monoplaza, le fue esquiva, mandándole hacia una inoportuna piedra que le destrozó la cabeza. Entró al límite esa tarde en el hospital de Grenoble, con los aficionados de todo el mundo temiendo por su vida y las redacciones sacando a sus expertos en F1 de las vacaciones navideñas para ponerlos en guardia. Salvó esas dramáticas primeras horas, cuando algunos médicos dudaban de su fortaleza, pasando a una fase imprevisible, en coma ya, donde cada día que resistía era un triunfo.

Hoy, 24 meses después, sigue vivo, en un proceso de recuperación hermético, misterioso, donde los detalles sobre su evolución saltan a los medios cada cierto tiempo, entre susurros y avisos falsos. El último fue esta semana, cuando su familia negó tajantemente las informaciones de la revista alemana Bunte sobre una presunta mejoría de Schumacher, que podría incluso "caminar y levantar un brazo" según aseguró a esta publicación un confidente anónimo. También se filtró la lógica delgadez del piloto en tan dramáticas circunstancias, pesando apenas 40 kilos según otras fuentes. Los datos de Bunte fueron desmentidos con urgencia por Sabine Kehm, la fiera portavoz de la familia.

"Desafortunadamente, tenemos que aclarar que estas afirmaciones sobre Michael no corresponden con la realidad. Son especulaciones irresponsables y vulneran su privacidad. Por desgracia estos rumores han creado falsas esperanzas a personas cercanas", concluía en una nota difundida en el Bild.

Desde el primer momento del accidente, incluso a las puertas de la clínica, Kehm ha filtrado con cuentagotas el progreso de Schumacher, en sorprendente apagón informativo en esta época de masificación mediática e ingobernables redes sociales. Ella ha seguido con la línea comunicativa que defendió en la etapa de gloria deportiva del piloto, convertido en un fantasma por el paddock, sin apenas trato con los micrófonos. En sus últimos años en la élite, la estrella alemana ni siquiera se presentaba a la mayoría de las ruedas de prensa que exige la agenda de los grandes premios. Él se limitaba a grabar una declaración en privado a su fiel Sabine y ésta, después, tan sólo daba al play ante los periodistas para que pudieran escuchar la voz del mito.

Dos años después de la caída en Méribel, apenas se conocen detalles de su verdadero estado. Si se pregunta -como ha hecho este periódico- al entorno de la F1 que trabajó cerca de él, sólo se encuentran silencios y pesadumbre, suspiros que confirman la lenta evolución del que fuera leyenda del volante, dueño aún del récord de títulos mundiales conquistados (7) y de carreras ganadas (91).

¿Está consciente? Quien se acerca a su mansión en Gland, a orillas del lago Leman (Suiza), sale mudo y triste al ver las dificultades del viejo amigo. Ex directores de la escudería Ferrari, como Stefano Domenicali o Ross Brawn, siguen muy de cerca el proceso de Schumi. "Rezamos todos los días y creemos que él se recuperará. Es lento, pero siempre hay esperanza", dijo Brawn a la prensa inglesa. Jean Todt, actual presidente de la Federación Internacional de Automovilismo y jefe de aquella Scuderia imperial liderada por el piloto alemán, también sigue pendiente de su estado. "Veo muy menudo a Michael, y él aún está luchando. Él es un gran amigo. Estoy muy cerca de su familia. Nosotros debemos lograr que él se mantenga luchando junto a su familia", comentó durante el pasado Gran Premio de México.

En septiembre de 2014 instalaron a Schumacher en su casa suiza, convertida desde entonces en clínica de recuperación, con los últimos avances que la medicina ofrece para este tipo de casos. Según periódicos alemanes, el tratamiento que sigue cuesta más de 100.000 euros semanales. Una cantidad que procede de la inmensa fortuna del campeón, valorada en 750 millones. Corinna, su mujer, ha tomado las riendas del clan, vendiendo en los últimos tiempos algunas de las propiedades, como el jet privado del piloto o una casa en Noruega. Mientras tanto, el apellido Schumacher regresa a los circuitos gracias a su hijo Mick, de 16 años, que ya ha destacado esta temporada en las categorías inferiores. La academia de jóvenes pilotos de Ferrari quiere tutelar su prometedora carrera.

Vía Elmundo.es

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