Sainz, año II
Carlos Sainz es otro. El mismo debutante de la pasada temporada, con 21 años, pero al fin repite una categoría en su carrera deportiva. Por primera vez, tiene callo. Será el primero en saltar con el nuevo Toro Rosso en Montmeló si es que llegan a punto: "Estamos muy justos rematando, y de peso también", confiesa.
Como él mismo. El equipo le ha pedido perder kilos para el nuevo monoplaza. "Un montón", confiesa con el gesto del espartano: tiene preparador nuevo, Rupert Manwaring, y está trabajando el triatlón con el subcampeón del mundo, Mario Mola. "Un crack, aprendes sin que te de consejos, te fijas, ves cómo come, como corre, nada, un lujo".
Palizas en bici, nadando y corriendo, rutinas de comida, ganar fuerza sin subir peso. "De rodar, sólo kart, mucho kart, todo kart, es lo único que puedo", subraya entre sorbos de agua y con las ganas de subir al monoplaza. "Estoy impaciente", dice, cansado de actos y parafernalia off-F1.
Más fuerte, más delgado, más maduro y confiado, se la vuelve a jugar a una carta este año. "No renuncio a los consejos de mi padre. Para cosas complejas, decirle algo a un ingeniero sin crear conflictos, por ejemplo, él sabe mucho", confiesa tras reconocer que no ha tenido que pegar un grito este año. "Llegué demasiado 'tirado' así que no tocaba. Veremos este año".
El sacrificio también va en el día a dia. Vive en Londres, cerca del estadio del Chelsea -Stamford Bridge- y del aeropuerto de Heathrow. Se buscó él la casa para que quedara cerca en los constantes viajes. Va un par de días al simulador del equipo en Milton Keynes -a unos 110 kilómetros-y se vuelve a marchar.
"Es una vida solitaria, sinceramente. No soy un estudiante ni vivo en un campus, y no te da tiempo a hacer amigos en una ciudad tan grande, ni a salir. Es imposible y los españoles somos muy de familia y de amigos", cuenta. "En todo caso, es mejor que cuando vivía en la propia Milton Keynes con 18. No se lo deseo a nadie, no había nada".
Carlos sigue con su sueldo de asalariado de la F1, no de estrella. Su carrera está patrocinada por Red Bull desde los 15 años y su presencia en la F1 no depende de un patrocinador, pero a cambio, el sueldo es justito. "Uso el metro o el Uber -sistema de conductor inmediato-. Allí apenas me reconocen, salvo algún taxista que le gustan las carreras, pero no salgo mucho, nada de pubs y eso".
Eso sí, su debilidad es el Nando's, especialistas en pollo. "Allí hago mis trampas… cuando vuelvo de una carrera y me dejan comer lo que me de la gana, me meto allí", reconoce.
Pese a su edad, no es una víctima de las redes sociales, ni abusa, ni se quiere hacer un personaje como Lewis Hamilton. "Me ha dejado sorprendido la verdad, su cambio de este año", reconoce. "Antes miraba más qué decían de mí, pero me he dado cuenta de que no aporta. Lo uso con cabeza, para explicar lo que quieres de tí, que vean como eres, pero no para ver lo que piensan de tí", dice.
"No creo que me haga un tatuaje nunca, pero no soy de los que lo sacaría en la web salvo que fuera algo muy importante para mí o tuviera algún sentido".
Vía Marca.com