Dos polos opuestos unidos por la genialidad
Y esta vez el mismo día, el próximo domingo. Uno, Márquez, a las 7 de la mañana en Motegi, Japón, donde consquistó ya dos; el otro a las 20.00 en Austin, Estados Unidos, donde ya logró uno. Ambos por la quinta corona, la de Doohan y la de Fangio, un hito en la hipercompetitiva era moderna del deporte. Lo tienen fácil, pero si alguno se atasca, la carrera siguiente será la segura.
Márquez ha estado en capilla la última semana, en Cervera, tras dejar a tiro el título en Tailandia. Al equipo no le gusta que abuse del motocross, se lo dicen, sobre todo en vísperas de carreras decisivas porque cualquier contratiempo deriva en pánico. Pero él a lo que le gusta, con lo que suelta adrenalina y donde puede estar tranquilo, en su pueblo de siempre donde le dejan en paz y ya tiene el museo, la familia, su vida. Anda buscando más hueco en la nave de su nueva casa, con un garaje grande para motos y coches, que sigue en obras. Le ha dado tiempo a meter una habitación para su hermano Álex, uña y carne en el día a día, y por supuesto un gimnasio.
Marc ha evitado en las últimas semanas animar el incendio con Jorge Lorenzo y su padre, muy disgustado el primero, desatado el segundo por la acción de Aragón. El silencio enfría. No es de hablar fuera de la pista y cuando lo ha intentado con Rossi, yendo al box, tendiéndole la mano, ha recibido un bofetón. Así que ahora aún menos cuando se avecina su gran día, el de convertirse con 25 años en el mejor piloto español de todos los tiempos, si no lo era ya. Su contrato, ampliado con Honda hasta rondar los 15 millones al año se explica en una temporada en la que su moto no ha sido la mejor. El extra lo pone él. Y eso se paga.
Marc quiere ganar en Japón devolviéndole la afrenta a Dovizioso, el único con Lorenzo capaz de doblarle el brazo en un mano a mano. El año pasado le batió en casa de Honda. Este no debe ocurrir. Con siete títulos (dos en 125 y Moto2) y cinco de los gordos, su mirada va más alla, hacia Rossi y sus 7, o los 8 de Agostini. Tiene tanto tiempo, y tanta voracidad, a veces desmedida, que asusta imaginar dónde puede llegar.
HAMILTON, CON FANGIO A TIRO
Lewis Hamilton es el polo opuesto a Márquez, de hecho ya ha trascendido a su propia figura deportiva, incluso a las marcas que le llenan los bolsillos y le otorgan su ‘embajada’. Entre otras muchas cosas, es piloto. Tan pronto idea su linea de ropa con Tommy como su propio espacio con la mítica firma MV Agusta, con Puma, Monster o Bose, como salta con la habilidad de un prestidigitador a una inundación de plástico en Mykonos (Grecia) para grabar un vídeo de denuncia viral. O a poner un ramo de flores cerca de la zona cero de Nueva York el 11 de septiembre un día después de un fiestón con los VIPS más ardientes de la música o la moda. Alguna de esas exhibiciones se las guarda, como su debut cantando en el hit ‘Pipe’ de Cristina Aguilera bajo el seudónimo XNDA. Si es él, que ni dice ni desdice, desde luego no lo hace mal.
(XNDA canta a partir del minuto 2:40)
Eso sí, nunca pierde de vista el mensaje religioso, imperante en su vida, con una profunda convicción en Dios. A él le da siempre las gracias, permanentemente, o le dedica un tatuaje en su cuerpo, por sus éxitos deportivos. «Siempre busco un rato para rezar, aunque sea pequeño», insiste el británico, de 33 años y nuevo militante del veganismo activo y la defensa de los animales.
«No soy quién para negarle ese espacio», dice Toto Wolff. «Responde mejor cuando viaja y hace lo que necesita, va y viene. Es parte de él mismo, no puede estar en una jaula», asegura el jefe de Mercedes, que da por perdido atarle en corto. Si se quiere colocar el thawb, el atuendo tradicional usado por la élite árabe, para pasear por el paddock de Bahrein y luego saltar al estilo swaggy-chic actual, adelante. Ahora circula en patinete eléctrico, antes con sus perros. Visto que su rendimiento en pista es impecable, no hay más preguntas, señoría.
Recién renovado hasta 2020, a no menos de 40 millones de euros por sesión,su temporada, sobre todo la segunda parte, está siendo imperial y siente la altura en la que habita hasta para hacer un guiño compasivo al sufrido Sebastian Vettel, que no tiene por dónde meterle mano. «Pido respeto para él, es muy difícil ganar cuatro títulos», afirma. Eso después de considerarle abiertamente por debajo de Alonso y él mismo durante toda su carrera.
Con el quinto en el bolsillo igualará a Juan Manuel Fangio. No superará la media del argentino, dominador con varios coches y en otra era de las carreras, pero sí en el total. De hecho, Lewis sólo se mira ya con Michael Schumacher. Sus siete títulos y sus 91 victorias que parecían registros épicos están a su alcance (71 victorias) en estos dos años con un coche dominante como es el Mercedes.
via marca.com