Curtida en toda clase de fórmulas de monoplazas, la española es una piloto experta
Pero completó la mayoría de las carreras en dos temporadas con el Atlético de Madrid, sumó buenos puntos y se ganó el respeto de sus compañeros, muchos de los cuales habían competido en el Gran Circo, como Antonio Pizzonia o Robert Doorbos.
Le costó una considerable lesión en las cervicales, de la que fue operada a finales de 2010, pero tampoco aquello la frenó. Se recuperó y siguió empeñada en su sueño.
El año pasado, consiguió completar un test de medio centenar de vueltas con Lotus Renault en Paul Ricard y demostró a los incrédulos que podía estar en la parrilla de la máxima categoría. En las telemetrías la compararon con Romain Grosjean y no salía malparada en absoluto. Estuvo negociando con la escudería de Enstone, pero el asunto no cuajó. Sí se concretó finalmente con Marussia unas semanas antes de llegar a Australia en el inicio de la temporada.
María de Villota, a sus 32 años, ha pilotado bichos de todos los colores. Se ha curtido en monoplazas desde las categorías inferiores, ha peleado con piloto que la avisaban que la iban a echar de la pista a golpes, simplemente por su condición de mujer y ha desafiado las leyes que decían que jamás se enfundaría un mono con los colores de un equipo de F1. Está perfectamente preparada para el test que ayer se le ofreció. Era el primero con el equipo anglo-ruso y debía testar las nuevas mejoras del MR01 para el próximo Granpremio de Gran Bretaña.
La de ayer no será la última vez para la piloto que se ha criado dando millones de vueltas y luego clases de conducción como profesora en el circuito del Jarama. Volverá a subirse a un F1, simplemente porque no hay otra cosa que María quiera hacer.
Vía Marca.com