Un piloto frustrado pero que todavía se puede resarcir
Tommy Byrne nació en el seno de una familia sin recursos, en Dundalk, un pequeño pueblo de Irlanda, factores que determinaron su vida y una personalidad rebelde, agresiva, con un duro sentido del humor y una arrogancia primaria derivada de su inmenso don natural para el pilotaje. Lo que vulgarmente se podría definir como un 'macarra', "sobrado" y 'bocazas'. Combinación explosiva, como la historia de su vida.
Un talento que le salvó de la delincuencia y de males mayores. Sin medios, con el peor material posible, comenzó su carrera deportiva en Gran Bretaña a partir de 1979. Ganó todos los títulos en las categorías inferiores británicas. Competía sin poner un duro por su espectacular capacidad ganadora, pero relacionándose con los equipos como si los financiara él mismo. En 1981, ganó el Festival FFord, la criba entre los mejores pilotos jóvenes del mundo. Ayrton Senna le sucedería el año siguiente. Era la sensación del momento, 'The Next Big Think'.
La decisiva entrevista con Ron Dennis
En 1982, mientras lideraba la Fórmula 3 británica, se entrevistó con Ron Dennis. Una conversación que Byrne recordó en toda su vida. Porque la marcó. Fue el encontronazo de dos mundos opuestos. Sus limitaciones personales quedaron en evidencia "ante el snob que era Dennis", como luego recordaría. "¿Dónde naciste?" le preguntó el 'team manager'. "¿Qué educación tuviste?" "Ninguna, dejé a los quince el colegio, me puse a trabajar" "¿Qué hace tu padre?" "Trabaja en una fábrica de zapatos". "¿Qué tal eres como piloto?" "El mejor del mundo", le contestó Byrne, fiel a su estilo. El joven irlandés fue al grano: ¿le ayudaría económicamente para rematar el título de la Fórmula 3?
"Todo tu dinero está vinculado a R&D" le contestó Dennis "¿Qué es R&D?", preguntó ingenuamente Bryne. "Sabía que había cometido un error. Se podría haber oído la caída de una aguja", recordaría amargamente después el irlandés, "me miró como si fuera el chatarrero de Dundalk y con un tono que no utilizarías con un perro, me contestó: 'Research' and Development' ('Investigación y Desarrollo').
"Métete el volante por el…"
Hay momentos clave donde el destino personal toma caminos divergentes. Fue el caso de Tommy Byrne en aquel 1982. Dada su prometedora carrera, el equipo Theodore de Fórmula 1, uno de los parias de la parrilla, le llamó para sustituir Dereck Daly. Participó en cinco grandes premios pero solo pudo clasificarse en dos, que terminaron en accidente. El coche era un 'cepo' y el equipo un desastre. Byrne no lo ocultó y llegó casi a las manos. "Métete tu volante por el…" le dijo antes de irse, literalmente, a Julian Randles, el team manager. Fiel a su estilo, también mandó a un paisaje similar a Jackie Stewart cuando el escocés le ofreció su consejo al debutar.
Pero Bryne era tan colosal como piloto que incluso ganó el título sin poder participar en todas las carreras de Fórmula 3 de la temporada ¿El premio? Precisamente, probar uno de los monoplazas de Ron Dennis, enfrentado a Thierry Boutsen, Stefan Johanson y otros jóvenes pilotos. Aquel inolvidable día de octubre es leyenda en la historia de la Fórmula 1. "Quería arreglar lo que había estropeado en la entrevista con Dennis".
Un test de leyenda
Primero rodó Boutsen. Quince vueltas. 1:10.9 con gomas nuevas. En pocos giros, Byrne había batido los tiempos del belga con neumáticos usados. Era su turno con los nuevos. Mientras rodaba, dos amigos suyos seguían el test. Vieron que sus tiempos no coincidían con los de la pizarra de McLaren. Acudieron a sus cronómetros profesionales. Las últimas tres vueltas fueron clavadas: 1.10.1 según McLaren. Sus dos amigos habían marcado 1.09.6. en la última
Ni con los tiempos de McLaren Lauda ni Watson, los pilotos titulares de McLaren, habían rodado tan rápido con el el MP4/1 en Silverstone. "Para mí", recordaría después el irlandés, "fue la confirmación de lo que siempre sospeché. Pilotar un fórmula 1 no era más difícil que un Fórmula Ford 1600. Mucha gente se quedó alucinada con mis tiempos. Yo, no".
"Solo un talento excepcional pudo hacerlo"
Nadie como el propio John Watson –que había corrido el gran premio meses antes- para calibrar el prodigio de Byrne: "Tan solo un talento excepcional podía explicar aquellos tiempos. No había otra explicación. Fue increíble. Diría que fue una actuación mejor que la de Senna el año siguiente en el test equivalente, y del que todo el mundo habla todavía. Con su enorme talento y la inteligencia de Niki, Senna no hubiera podido con él".
Byrne se dedicó a esperar la llamada de Dennis los días siguientes. Nunca llegó. Citando fuentes de McLaren, algún medio recogió que su "actitud chulesca (cocky) no le había ayudado" en el test. En aquel momento, comprendió que su actuación en la pista poco había importado. "Yo no era su tipo. Cualquier que conociera a Dennis lo sabe. La gente decía que no me aplicaba, pero lo hice para ganar seis títulos en cuatro años, y llegar así a la Fórmula 1. El problema es que querían pilotos 'sí señor', gente que sonriera cuando ellos decían".
'Speed', velocidad pero en droga
Desde aquellos días, Tommy Byrne fue otro, y a peor. Su relación con Dennis y su nula diplomacia en Theodore parecían haberle condenado públicamente. "Desde entonces, decidí que sería party time. Empezó la gran caída libre tras una gran subida, disfrutando salvajemente en el camino". A final de aquel año llegó a la entrega de premios como campeón de la Fórmula 3. Debía ser un día de gloria, pero acudía hundido moralmente. Aquella mañana, un amigo le enseñó una bolsa de cocaína. Byrne había coqueteado antes con la droga. "¿Por qué no?, en el estado mental en el que estaba…".
Era posible imaginar su estado en la cena y la ceremonia, sobre todo cuando descubrió después que su amigo le había dado 'speed' en vez de cocaína. Se fue después a casa de su novia. En la cama no rendía. Le confesó a su chica que estaba 'colocado'. Ella le echó de su apartamento y de su vida. Se metió en la cama durante tres días, llorando sin parar, y entró en una profunda depresión.
"Qué personalidad, y qué talento"
Byrne emigró después a México y Estados Unidos. Siguió compitiendo para vivir. Entró en ambientes sórdidos, con personajes extravagantes, como aquel narco mexicano bisexual que organizaba orgías para todo el equipo cuando Byrne ganaba una carrera. Seguía triunfando en categorías inferiores, aunque no parecía gestionar su vida adecuadamente. Sentó poco a poco la cabeza, pero siempre con la sombra de lo que su vida pudo ser.
"Qué personalidad, y qué talento. Si este hubiera sido igualado por otras características de un 'top driver', hubieramos estado ante un auténtico 'grande'", reconocería tiempo después el propio Ron Dennis, "quizás le faltaba la determinación de acero, una concentración total y absoluta ambición". Si Tommy Byrne hubiera sido 'pulido' y tutelado por Dennis como después haría con Hamilton… Pero el irlandés encarnaba valores opuestos a los del responsable de McLaren.
Hoy, Tommy Byrne es instructor automovilístico en Ohio, en Estados Unidos. Tiene cuatro hijos. El pequeño, de nueve años, "es lo más rápido que he visto en toda mi vida. Lo bueno que tiene es que él sí escucha…". Quién sabe, quizás otro Byrne culmine la frustrada carrera de uno de los mayores talentos naturales que se ha visto en los circuitos.
Vía Javier Rubio para el Confidencial.com