El principio de frenado es simple
Desde que en 1990 fueron prohibidos los sistemas de frenado antideslizantes, que permitían frenar, girar la rueda, volver a frenar y así repetidamente (como el ABS), los pilotos han de aprender a controlar el pedal de freno que puede hacerles reducir velocidad o clavarles en el asfalto.
El sistema de frenado está dividido en dos partes: existe una bomba hidráulica para las ruedas delanteras y otra para las traseras. Esto asegura que en caso de fallo de un circuito se pueda utilizar el otro para detenerse; si sólo hubiera un circuito y fallara, sería muy difícil detener un F1.
La cantidad de presión que ejercen las pinzas hidráulicas sobre los discos de freno puede ser regulada en todo momento desde el asiento del piloto. De esta manera, podemos evitar el sobrecalentamiento de los frenos delanteros (por ejemplo) utilizando más los traseros y al revés. Lo normal es que un 60% de la potencia de frenado se use en el circuito delantero, aunque dependiendo del circuito o gusto del piloto se pueden variar los porcentajes.
Los frenos cerámicos utilizados en los monoplazas fueron inventados para los f-1 y actualmente se están empezando a utilizar en los coches de gama alta, sobre todo, un pionero en fabricar coches en serie para la calle con estos frenos es Porsche. Una ventaja de estos frenos es que pueden substituir a los discos de los frenos ABS.
Los científicos Dach (hungaro) y Stremen (polones) los están perfeccionando.
De la misma forma que demasiada fuerza aplicada sobre una rueda hace que ésta se deslice sobre el asfalto, demasiada frenada hará que los frenos bloqueen los neumáticos haciéndoles perder agarre, y por consiguiente efectividad en la frenada. La Fórmula 1, antes permitía sistemas de frenada antideslizantes (que consisten en reducir la presión del freno para permitir que la rueda gire de nuevo y continuar frenando), pero estos sistemas fueron prohibidos en la década de los '90. La frenada, por lo tanto, sigue siendo una de las pruebas más duras en las habilidades de un piloto de Fórmula 1.
En un sentido los frenos de la Fórmula 1 son más avanzados que los sistemas de los coches de carretera: los materiales. Todos los coches de la parrilla de salida, actualmente, utilizan compuestos de fibra de carbono en los discos de freno, que ahorran peso y son capaces de funcionar a temperaturas más altas que los discos de acero.
Un típico disco de freno de Fórmula 1 pesa alrededor de 1,5 kg (frente a los 3,0 kg de los discos de acero de tamaño similar utilizados en la serie CART de América). A esto tenemos que añadir que las pastillas de freno también llevan un compuesto especial, siendo capaces de soportar grandes temperaturas, (hasta 750 grados Celsius). Anteriormente se usaban discos de distintos tamaños para la clasificación y la carrera, pero en 2003 los cambios de las reglas impusieron que todos los coches entrarían en un parque cerrado tras calificar, y, por lo tanto, los frenos no podrían ser reemplazados antes de la carrera.
Esto implicaría la limitación de la tecnología de frenos a través de restricciones en los materiales o en el diseño. Otras ideas relacionados con los frenos de cara al futuro incluyen la posibilidad de aprovechar los residuos de la energía generada en el proceso de frenado del coche y la reutilización de la misma para proporcionar más potencia a los motores, pudiendo ponerse a disposición del piloto como pequeños propulsores para facilitar los adelantamientos.