Un tenso duelo en la pista y los Boxes
La cita decisiva del campeonato fue un nuevo ejemplo de los conflictos de intereses entre piloto y equipo. El británico se decantó por los suyos. Lo que suponga o no con la cúpula de Mercedes se verá con el tiempo. Porque la carrera dejó un debate abierto en dos frentes. Por un lado, hasta qué punto Hamilton fue —coloquialmente hablando— un ‘guarro' con su compañero y rival. Por otro, ¿fue desleal para con su equipo en Abu Dabi? Pero, sobre todo, el comportamiento de cada piloto en tan crucial carrera dejó patente la gran diferencia entre sus distintas personalidades.
— Nico Rosberg (@NicoRosberg) November 27, 2016
La carga de profundidad de Christian Horner
La semana anterior, un hábil Christian Horner dejó caer la carga de profundidad: “Hamilton podría ralentizar la carrera para que nuestros pilotos se echen encima de Rosberg", y sacarle así del podio, lo que hubiera dado el título al británico si ganaba. Preguntado al respecto el jueves, Hamilton fue directo. “Me gusta estar lo más lejos posible, generalmente cuando tienes una ventaja de 10, 30 segundos, es el golpe más duro que le puedes dar al rival con el que peleas”, contestaba, “tiene más valor que parar a tu compañero de equipo. En teoría, tiene sentido, pero en la realidad no es muy práctico”. Al final hizo caso a Horner.
“Hice todo lo que pude con una razón justa”, alegó tras la carrera, para explicar su clara estrategia de ralentizar a Rosberg. Y por ello, durante la prueba se produjo una fascinante y tensa dinámica entre los dos pilotos y el muro de boxes con la radio como gran altavoz.
He’s STILL crowdsurfing… (who can blame him?) #F1Finale pic.twitter.com/9yMBJrDfLg
— Formula 1 (@F1) November 27, 2016
"Lewis, esto es una instrucción…". Ni caso
Primero fueron dos mensajes para Rosberg. “No te arriesgues con Verstappen, estás haciendo lo correcto”. Luego saltaron las alarmas en el muro de boxes. “Es crítico que pases a Verstappen”, le incitaron a Rosberg. Lo que menos quería oir. Su corazón se disparó con el delicado adelantamiento al Red Bull. Fue crucial lograrlo, como luego se podría comprobar al final de la carrera.
A partir de ese momento, Rosberg alcanzó fácilmente a Hamilton, y el hábil juego del británico quedó total y claramente desvelado con sus acelerones y paradas de ritmo. Hamilton recibió varios avisos por la radio. Ni caso. “Lewis, esto es una instrucción [una orden], necesitamos [un ritmo] 45.1 para ganar". De nuevo, ni caso.
— Nico Rosberg (@NicoRosberg) November 26, 2016
Cada uno jugaba sus bazas
¿Era legítimo el comportamiento del británico? ¿Debía o no intervenir Mercedes?¿Hasta qué punto debe el equipo controlar hasta el menor detalle en el comportamiento de sus pilotos cuando ya tenían ambos títulos asegurados?
“Sugiero que nos dejéis correr”, contestó el británico antes del aviso final de Lowe. Por detrás, Rosberg urgía al equipo. Tenía más ritmo, pero no se atrevía a atacar a su compañero. Y de hacerlo, buscó el permiso del equipo. “Aunque parezca una sugerencia absurda, Hamilton va muy lento, ¿por qué no me dejáis pasar y luego le dejo pasar de nuevo si todavía es segundo?", sugirió por la radio. Cada uno jugaba sus bazas. Hamilton, buscar esas remotas opciones para ganar el título. Rosberg, presionar al equipo para que actuara contra su compañero.
El triunfo del "maniático del control"
La respuesta la daría Toto Wolff al final de la carrera. Tanto el austríaco Niki Lauda como Paddy Lowe dejaban ver entre líneas su mosqueo por la desobediencia. Hamilton era un empleado que había desobedecido sus instrucciones. “Estoy en una situación un poco esquizofrénica”, explicaba Wolff al final de la carrera, “por un lado está el líder maniático del control que tiene un libro de reglas que todo el mundo tiene que obedecer, porque es lo que nos ha hecho llegar hasta aquí, pero también está en mí el carrerista. Me preguntaba. ¿Qué hubiera hecho? [en el caso de Hamilton]”.
Head held high…
4️⃣4️⃣ could do no more…
A warrior to the end ? pic.twitter.com/meUzuZpn9j— Mercedes-AMG PETRONAS F1 Team (@MercedesAMGF1) November 27, 2016
“Christian tuvo la misma idea antes del fin de semana y él [Hamilton], siguió las instrucciones de Christian [Horner]. ¡Quizá debería pilotar para él!” remató Wolff. Cuando Paddy Lowe intervino personalmente para 'acelerar' a Hamilton, quedó claro que había triunfado el “líder maniático del control” y su libro de reglas.
"Está bastante claro su proceso de pensamiento"
“No entiendo por qué tuvieron que intervenir”, se lamentaba el británico al final de la carrera. Resultaba fácil simpatizar con su posición. Intentó optimizar al máximo sus escasas opciones, la obligación de un campeón, por poco estética que fuera su estrategia. Pero si esta podría ser discutible ante los ojos de algunos, la actitud de su equipo no ayudó a su postura.
El equipo justificaba su postura por el miedo a perder la victoria ante la estrategia de Verstappen primero y la de Vettel después. “Nunca hubo un momento en que pudiera perder la carrera”, reconocería Hamilton después, "es una pena, pero está bastante claro su esquema de pensamiento. No tengo mucho que decir”. Sí, decía mucho: que Mercedes buscó proteger a Nico Rosberg.
En todo caso, nadie podrá alegar que Nico Rosberg no merece su título. Pero ayer se pudo apreciar de nuevo la gran diferencia entre las personalidades de Rosberg y Hamilton. Por un lado, el ‘maverick’ que va a su aire frente al soldado disciplinado que cuenta con el equipo —y lo utiliza— hasta el mínimo detalle. Rosberg pudo haber atacado al británico para forzar al equipo a actuar y con ello, poner en peligro el resultado final de ambos. Sin embargo, tuvo en cuenta ‘el libro de reglas’ hasta el final. Recuerdos, quizá, de Spa 2015, Montmeló 2016…
Cayó la bandera a cuadros. El ya campeón quería celebrarlo en la pista con los famosos ‘donuts’ de la victoria. Conectó la radio y… pidió permiso al equipo para ello. Concedido. Puro Nico Rosberg hasta el final. Si señor todo un caballero en la pista y fuera de la misma.
Vía Elconfidencial.com