En Texas ya se celebró una prueba en especiales circunstancias
¿Se imaginan a la bella Sofía Vergara de la serie ‘Modern Family’ besando al ganador del Gran Premio de Estados Unidos el próximo domingo? Porque Linda Gray, la inolvidable ‘Sue-Ellen’ de la famosa serie Dallas, era la responsable de entregar el trofeo a Keke Rosberg, ganador de la única carrera de Fórmula 1 celebrada en Texas. El finlandés mostraba su famoso bigote y la melena roja casi intactas, a pesar del tórrido calor de Dallas. La Fórmula 1 estaba deseando salir de Texas para no volver nunca más en una carrera que, para la mayoría, no debía haberse celebrado. Nadie pensó que se volvería al lejano oeste americano…
En 1984, Bernie Ecclestone había logrado organizar un Gran Premio en Dallas, en pleno mes de julio, es donde hasta los propios texanos abandonaban la ciudad por la mezcla de calor y humedad insoportable que caracterizaba aquella época del año. En su caso, y por primera vez en la Fórmula 1, el finlandés había utilizado una especie de gorro con líquido refrigerador circulante, un truco utilizado por los pilotos americanos de la Nascar, acostumbrados a correr en las tórridas temperaturas veraniegas del sur americano. Pocos minutos antes, Nigel Mansell se había desplomado exhausto al intentar llevar su coche a la meta, sin gasolina, empujando con sus propias manos.
En Dallas la Fórmula 1 parecía un pingüino en el Serengueti. El equipo Benetton había comenzado el fin de semana organizando una fiesta en Southfork Ranch, la misma mansión en la que se rodaba la famosa serie americana, en su apogeo de popularidad en aquellos momentos. La propia ‘Sue-Ellen’ y su ‘marido’, el maligno ‘JR’, no podían faltar, por supuesto, previa preceptiva apertura de la chequera de Luciano Benetton. Con tales comienzos, muchos se temían lo peor.
“No sólo los pilotos gimen…”
Si todo el mundo tenía aprensión ante el último ‘apaño’ de Ecclestone, la mayoría de los pilotos sintió escalofríos a pesar de la calorina al reconocer el improvisado trazado urbano: “Muy bacheado y peligroso” fue el diagnóstico inicial de la mayoría. Un periódico local contestó que “no sólo los pilotos gimen…”. Tal era la precariedad y prisas por organizar la carrera en Dallas que se obvió la regla oficial de utilizar una carrera previa en el circuito. Los Fórmula 1 salieron directamente al asfalto con temperaturas cercanas a los cuarenta grados. Al terminar la sesión, parecía que en vez de monoplazas habían pasado tanques por la pista. ‘Lo negro’ estaba totalmente descarnado.
Los pilotos intentaban trazar no por la línea ideal, sino por donde el asfalto se mantenía en su sitio. Por entonces, Michelin, Pirelli y Goodyear suministraban neumáticos a los equipos, y decidieron ahorrarse el el uso de los neumáticos de clasificación. Sus blandos compuestos no duraban ni media vuelta. “Habían sitios donde se podía levantar el asfalto con las manos”, comentaban asombrados y preocupados en el ‘paddock’.
En los entrenamientos libres comenzó la lista de bajas. Con los baches, Senna vio como su casco se deslizaba hacia abajo cegándole totalmente y en la primera frenada se salía con su Toleman-Hart. Había olvidado ajustarse la correa del casco. Martin Brundle, hoy comentarista estrella de la televisión británica Sky, terminó contra los muros. Se fracturó ambos pies y actualmente sufre todavía las secuelas. Ante la reciente muerte de Sid Watkins, el británico recordaba aquel día y cómo el doctor de la Fórmula 1 le salvó entonces de quedar inválido.
Se adelantó el horario de la carrera
Para aliviar el tremendo calor se adelantó la hora de la carrera. Por entonces existía todavía el warm up, entrenamientos de la mañana del domingo para probar los monoplazas en condiciones de carrera. Se programó a las siete. El siempre ‘cachondo’ Jacques Laffite se presentó al circuito en pijama como protesta…
Tal era el problema con el asfalto, que se planteó la suspensión de la carrera, decisión que apoyaban Lauda, Prost y Piquet. Pero no Ecclestone, obviamente. Había noventa mil entradas vendidas, al margen de los invitados ya presentes en los ‘hospitalities’ de las grandes compañías, que a las elevadas tarifas anticipados incluso debían añadir una tasa extra por contar con el aire acondicionado, el verdadero lujo del Gran Premio. Los pilotos tendrían que salir a la pista sin importar en qué condiciones.
Así que con los salvajes motores turbo de respuesta ‘on/off’ de la época, en un trazado bacheado y con asfalto de mantequilla, un calor y humedad brutales, aquellos gladiadores disputaron un Gran Premio en Dallas. Rosberg, con su gran control natural, logró colocarse en cabeza, para luego ser superado por Alain Prost. Cómo sería el trazado, que el piloto más cerebral del momento –junto con Lauda- acabó estampado con su McLaren contra el muro. Pero Lauda también acabó como un sello. En total fueron once pilotos los que terminaron así.
Un Ferrari salió último y llegó segundo
Rosberg finalmente se llevó el beso de la famosa actriz, pero el héroe del día fue el francés René Arnoux. Su Ferrari salió desde la última posición por un problema mecánico en la parrilla. En aquel día de infierno remontó hasta la segunda posición, toda una proeza Y, claro, Mansell remató con su ‘numerito’ en la meta. Se llevó un punto, oye…
Este próximo fin de semana el impresionante Circuit of the Americas ofrecerá un espectáculo diferente. Y ya podría estar presente ‘la’ bella Vergara, porque hasta un HRT o un Marussia serían capaces de ganar esta carrera…
Vía elconfidencialJavierRubiio