Victoria increíble del mexicano con el Racing Point por delante de Ocon y Stroll. Sainz, cuarto amargo. Mercedes optó por autodestruirse
Fue un gran premio increíble que dominaba Mercedes y Carlos Sainz tenía el podio en la mano, un podio agónico sobreviviendo a una persecución constante de Ricciardo y Kvyat. Pero la Fórmula 1 a veces es impredecible, los altercados suceden, los coches de seguridad aparecen cuando menos se esperan, o cuando no hacían falta, y el madrileño se quedó cuarto con la miel en los labios, estancado detrás del tren que no tocaba, en una carrera que, duele, él también podía haber ganado. El podio lo completó Esteban Ocon, grande con Renault, y Lance Stroll con el otro futuro Aston Martin. ¿Y los Mercedes? Buena pregunta.
Desde el principio: Russell ganó la salida en la arrancada, necesitó pocos metros para ponerse líder por delante de Bottas. Llegaron así a la Curva 4, pero por detrás Leclerc se metió en un lío y se llevó por delante a Checo. Arrastraron a Verstappen, que fue directo al muro, igual que el Ferrari. En medio minuto estaban fuera de juego y el mexicano tenía que pasar por boxes ante el régimen de safety car. Puso un neumático medio y empezó a tirar en silencio, desde la cola. Sin llamar la atención, no era su momento aún. Volverá a aparecer después.
Los bolos de Leclerc allanaron el camino a Carlos Sainz, sorprendentemente. No había ritmo para mucho en el McLaren pero de repente se encontró el madrileño tercero (salió octavo), conteniendo a Ricciardo y a Kvyat de acometidas constantes o intentos de ‘undercut’. Eran más rápidos, lo fueron durante todo el fin de semana. Pero ahí estaba Sainz, defendiendo el que debía ser su tercer top-3 en la F1. Había que pelearlo.
Kvyat intentó pasar a todos por la calle de boxes y forzó una estrategia a dos paradas de Carlos y Ricciardo. Parecía un gesto inocente, pero por sorpresa dio alas a los tres que intentaron otra cosa. Eran Checo, en plena cabalgada, Ocon con el Renault más lento y Stroll. Ellos tuvieron un ‘pit stop’ tardío y no necesitaron volver a cambiar gomas ni durante el coche de seguridad virtual que generó Latifi, ni cuando Aitken perdió su alerón y forzó la salida del safety car real.
Entonces se produjo la cadena de despropósitos de Mercedes: pararon a Russell, líder, y le pusieron los neumáticos que no eran. Tras él fue Bottas, que estuvo 27 segundos parado porque un disco de freno ardía. Volvió el británico, que no lo estaba haciendo nada mal, para corregir el entuerto. Se planteaba entonces una carrera a 18 vueltas con la resalida definitiva, pero el desastroso trabajo de Mercedes había situado a Checo, Ocon y Stroll por delante de los dos coches negros, que a su vez partían con ventaja sobre Sainz y Ricciardo.
Un intensísimo rush final
Se marchó el coche de seguridad y arrancó con todo Russell, que fue a por Bottas. Le pasó en la chicane como si eso se pudiera hacer. Tenía ritmo, era el más rápido y competía contra tres coches que acumularían en sus neumáticos más de 40 vueltas al terminar la carrera. Pasó también a Stroll, y a Ocon, pero llegó el mensaje por radio: “Pinchazo”. Así que volvió al garaje y de nuevo a la cola para acabar noveno la carrera. Seguro que George soñó otra cosa anoche.
Sainz adelantó bravo a Bottas, que era el más torpe del grupo y volvió a ceder puestos (acabó octavo). Pero tardó demasiado en deshacerse de un Mercedes que debía haberse comido al resto, así que se le escaparon los de delante. Llegó a acercarse a Stroll, incluso abrió el DRS y se asomó en la última vuelta. Insuficiente. Otro podio que se va. Otra victoria que debió luchar, porque como sucedió en Monza, él era el primero detrás de los Mercedes antes de que ardiera Troya.
Al final Checo cruzó con diez segundos de ventaja sobre Ocon, que tenía casi tanto que celebrar como el mexicano. Primer podio para el francés, dos Racing Point entre los tres primeros para asestar un golpe al Mundial de constructores. Y primera victoria para México lindo desde aquellas de Pedro Rodríguez en blanco y negro. Checo no se lo creía en el podio.
Vía As.com